ESPECIALISTAS EN MEDIOS S.A. DE C.V.
La afrenta de Zedillo.
martes, 26 de mayo de 2009
AUTOR: Federico Reyes Heroles GENERO: Articulo
FUENTE: Reforma PÁGINA: 14
COSTO: $25,839.00
Versión.

Ernesto Zedillo nunca se ha caracterizado por la suavidad de sus palabras, no le gusta andarse por las ramas. Argumenta de manera frontal y no se detiene ante la oportunidad de exhibir las inconsistencias ajenas. No esconde. Para bien y para mal tampoco calcula demasiado cuáles podrían ser las consecuencias de su manera de ver las cosas. Tiene principios, conocimientos sólidos, información abundante y bastante desparpajo. Se podría pensar que ese perfil no casa con la imagen que tenemos de los políticos, expertos en ocultamientos, en indefiniciones, en medias verdades, envueltos siempre en más hojas que una cebolla.

Un personaje así no parecería empatar con la imagen que sobre todo la literatura y el ensayo han forjado del "ser" del mexicano. Pensemos en Samuel Ramos o en Paz y mil máscaras de los mexicanos. En esa interpretación el mexicano esconde sistemáticamente, oculta y se oculta, es suave en las formas, recurre a los diminutivos, está usted en su casa lanzamos para, según Carlos Fuentes, pedir al otro que la trate como si fuera la suya. En el altiplano le damos muchas vueltas a los asuntos y llegamos al ridículo de suavizar tanto los planteamientos que resultan verdaderas evasiones: sería usted tan amable de traerme un tenedor; podría usted llevarme al aeropuerto. Hay que ver la cara que ponen los taxistas madrileños cuando nos escuchan dar tantos rodeos. "Pues si usted me paga lo llevo adonde quiera". Pero las cosas podrían estar cambiando.

Algo no cuadra, pues entre esa suavidad mitológica del mexicano y los hechos hay un abismo. Regresemos al caso concreto: el frontal de Zedillo es, después de Lázaro Cárdenas, el ex Presidente mejor valorado por los mexicanos. ¿Cómo explicarlo? ¿O Zedillo tiene una enorme gracia que para mí permanece todavía oculta o los mexicanos aprecian que se les hable de frente y sin ambages? Todo esto viene al caso porque hace unos días el ex presidente Zedillo tuvo una intervención que provocó una serie de reacciones desmesuradas.

Zedillo afirmó en una reunión de la AMIS que México necesita acelerar los cambios estructurales y que una reforma fiscal de fondo es inevitable. Advirtió de la inevitable impopularidad de las medidas. Sus afirmaciones no son ni novedosas, ni radicales, ni provocadoras. Además Zedillo es un economista serio, hoy es apreciado internacionalmente y algo sabe de crisis. ¿Cómo llegó Ernesto Zedillo a tan arriesgadas posiciones? Mi impresión es que fundado en amplio sentido común. Cuarenta centavos de cada peso fiscal provienen de ingresos petroleros. Somos un país petrolizado. Pero resulta que debido a la débil inversión de las últimas décadas en el sector petrolero la producción ha caído y se llevará tiempo recuperar los ritmos previos. Por lo pronto habrá menos petróleo que vender. Por si fuera poco, después del gran auge, los precios hoy están lejísimos de los niveles de hace apenas un par de años. Por si fuera poco con la crisis económica las previsiones no son halagüeñas. Conclusión: habrá menos petróleo y precios bajos. No se necesita ser adivino para imaginar lo que va a ocurrir.

En el 2009 la libramos gracias al oportuno seguro petrolero, pero ese paracaídas se acaba en unos cuantos meses. Por eso el secretario de Hacienda salió a recordarnos las alternativas: o el país se endeuda, lo cual no es deseable, o recorta gasto de por sí insuficiente o cobra más impuestos. Si a eso agregamos una caída en más de 5% del PIB, un desplome en las exportaciones del alrededor de 35% y una disminución brutal en la Inversión Extrajera Directa a menos de la mitad de lo que se registró en el 2008, pues concluiremos, no es difícil, que México atraviesa una auténtica emergencia. No hay exageración. El presidente Calderón no puede hacer mucho, en todo caso sus posibilidades se limitan a recortar el presupuesto en perjuicio de los mexicanos. Para salir adelante Calderón necesita que los legisladores tomen en serio a su país.

Lo verdaderamente preocupante es que las "visionarias" propuestas de Zedillo recibieron un alud de descalificaciones señalando su impertinencia. Es curioso que hayan sido sus propios correligionarios quienes reaccionaron así. Por lo visto en tiempos electorales está prohibido hablar de lo evidente. Eso creen los políticos pero, a decir de la valoración de los mexicanos ni los señores legisladores, ni los partidos políticos tienen alguna credibilidad, menos aún frente a Zedillo. El mundo al revés, los patos tirándole a las escopetas.

Todo indica que el PAN y el PRI estarán disputándose la Presidencia en el 2012. De no haber una reforma fiscal de fondo las finanzas públicas volverán a tambalearse y la capacidad de acción del Estado mexicano se verá reducida. Nadie en su sano juicio desea gobernar ese país. Los legisladores del PRI y del PAN de la próxima legislatura deberían ser los primeros interesados en sanear al país que desean gobernar. Eso dice el sentido común que para ellos es una afrenta.


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