Versión.
En las oficinas de Enrique Peña Nieto hay mucho alboroto. Su futuro arribo a Los Pinos ha provocado que su despacho parezca agencia de colocaciones. Un día, llega un ex diputado federal que presume ser una maestro en el terreno de la infraestructura y que está a la caza de un cargo en su gabinete. A la mañana siguiente, arriba un líder sindical que le recuerda que su organización le otorgó una carreta de votos en la pasada elección y que, a cambio de ello, espera que no vaya a "descobijar" su organización en el próximo sexenio. Y la pasarela aún no termina.
"Todos los días hay un desfile de políticos ávidos de conversar con el jefe para recordarle que lo apoyaron en su campaña y que, por tanto, confían en que los recompensará con un puesto en el próximo gobierno", cuenta un asesor de Peña Nieto que pide no ser identificado.
Los analistas coinciden, con sus matices, en que el principal reto que tiene Peña Nieto es burlar las presiones de diversos sectores del pri que presumirán tener el derecho de picaporte a la casona presidencial y que buscarán usarlo para evitar que sus intereses se pierdan al calor del debate sobre las reformas estructurales que se esperan del próximo sexenio.
"Peña Nieto tiene la gran oportunidad de sembrar el cambio en México, pero tendrá que domar a las fieras que tiene en casa, lo que conllevará un costo político", sostiene Verónica Baz, directora general del Centro de Investigación para el Desarrollo. "Si quiere transformar al país, tendrá que tocar intereses y eso a muchos no les va a gustar".
Cerca del fin de julio, Peña Nieto aún no recibía la constancia que lo acreditara como presidente debido a la inconformidad de su rival, Andrés Manuel López Obrador, por supuestas irregularidades en el proceso electoral. Sin embargo, de oficializarse su triunfo, los analistas proyectan un gobierno ''peñanietista'' que registraría una lucha de vencidas con el Congreso del Trabajo (CT) para flexibilizar el mercado laboral; con las huestes de Carlos Romero Deschamps, para que la inversión privada coparticipe con Pemex en la exploración en aguas profundas; y con transportistas y agricultores que se resistirán a la eliminación de las exenciones fiscales que hoy los benefician.
"Peña Nieto ha dicho que su gobierno no será una vuelta al pasado y que estará enfocado en aprobar las reformas", sostiene Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad. "Con esa vara mediremos el éxito o fracaso del futuro sexenio".
El staff de Peña Nieto sabe que los demonios se van a desatar cuando prenda el debate para la aprobación de los grandes ajustes. Ildefonso Guajardo, quien suena para ocupar la Secretaria de Economía en el gabinete de Peña Nieto, asegura que el político mexiquense tiene la capacidad para negociar y que la aprobación de las reformas no dejará rasguños. "Por el simple hecho de estar dentro del PRI, será más fácil alinear a las fuerzas que no entienden la nueva dinámica de los consensos -dice-. Todos en el partido tenemos que dar resultados para empujar los acuerdos que benefician al país. Ésta es la nueva democracia".
La suerte del próximo mandatario, entonces, estará marcada por sus ''aliados''.
"Peña Nieto tendrá que alejarse del pri tradicional y caminar hacia un nuevo acuerdo político", dice Federico Reyes Heroles, presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana.
Luis de la Calle, director de la consultoría De la Calle, Madrazo, Mancera, afirma que el mexiquense tiene salidas para evitar la lucha de vencidas: "Deberá tomar en cuenta los intereses para hacer las reformas, pero para acabar con ellos tiene dos caminos: compensarlos o apoyarse en la opinión pública para legitimar los cambios. Es más sana la segunda opción".
** Los primeros escarceos En voz baja, las llaman "50 acciones contundentes". En ellas se soporta el golpe de timón que pretende aplicar Peña Nieto y son parte de un documento que está en manos de sus asesores, que no deben compartirlas pero sí ejecutarlas para sentar la raíz del cambio tras 12 años de gobiernos panistas.
La intención es fijar las bases para la gran meta del gobierno ''peñanietista'': que la economía crezca a una tasa anual de 6%. El plan es conformar en sus primeros 100 días un consejo consultivo de políticos, empresarios y líderes sociales, que defina la ruta para resolver los grandes problemas nacionales. De igual forma, se desplegará una operación para reformar la política de seguridad social, donde se prevé, entre otras cosas, la implementación de un seguro de desempleo y la universalización de los sistemas de salud.
Habrá más. Desde los primeros días de diciembre, lanzará una estrategia para reducir la violencia, lo cual significará focalizarse en combatir los delitos que laceran la tranquilidad de los mexicanos, como la extorsión y el secuestro. También prepara un plan para recuperar la imagen de México frente al mundo.
A mediados de julio, a través de un artículo en el diario Reforma, Peña Nieto anunció tres medidas: la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, la transferencia de facultades para que el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública supervise estados y municipios, y la conformación de una instancia ciudadana y autónoma que vigile los contratos de medios con la publicidad oficial.
Con esas "acciones contundentes", no será necesario esperar el periodo acostumbrado de dos años para saber de qué madera está hecho Peña Nieto. Sus primeros loo días marcarán si el PRI es un animal político distinto al que gobernó en la "dictadura perfecta".
"Peña Nieto deberá mostrar oficio para lograr acuerdos, decisión para castigar las violaciones a la ley, entereza para recuperar los liderazgos perdidos y firmeza para impedir que grupos de poder marquen su agenda de gobierno", afirma Alfredo Paredes, experto en marketing político y director de Capítol & Consulting.
En el Congreso, el PRI no tendrá la mayoría absoluta pero disfrutará de una circunstancia inédita en los últimos 15 años: desde 1997, cuando México empezó con los gobiernos divididos, el pri no había tenido una posición más cómoda como la que tendrá en alianza con el pvem, ya que tendrá 240 de 500 diputados y 71 de 128 senadores. Aun así, tendrá que negociar.
** La lucha de vencidas La Riviera Maya hervía, el sol pegaba con 35 grados centígrados, pero el ambiente se calentó más cuando alguien lanzó la incómoda solicitud:
-Díganos uno, dos colaboradores en su gabinete... Era el 7 de junio y en el puerto ubicado en el mar Caribe tenía lugar el Foro Nacional de Turismo 2012. Allí, alguien se atrevió a soltarle a Peña Nieto la pregunta que muchos tenían en la punta de la lengua.
La respuesta fue breve, categórica: -No estoy participando en este proceso electoral cargado en los hombros de personas específicas. Seré yo quien encabece el gobierno y ya se darán los tiempos para saber quiénes me acompañarán en la toma de decisiones.
Peña Nieto contestó así a una pregunta cuya respuesta, hoy, ya empieza a desmenuzarse. Hasta fines de julio, no había definido qué cargo ocupará el círculo de políticos que está cerca de él y ninguno se había atrevido a alzar la mano. Pero ya ha trascendido que en los principales asientos estarán Luis Videgaray (que incidirá en el presupuesto 2013), Jesús Murillo Karam, Ildefonso Guajardo, Francisco Rojas y Santiago Levy, entre otros.
Al margen de lo que ocurra con los principales puestos del próximo sexenio, tras bambalinas, la pasarela de políticos por las oficinas de Peña Nieto revela que el reparto de posiciones es una práctica con muchos seguidores. De acuerdo con el asesor que pidió no ser identificado, algunos de los que han tocado la puerta de Peña Nieto arriban, incluso, con organigramas de la administración pública federal para ubicar los espacios que podrían cubrir.
Frente a esto, los analistas exponen que el reto de Peña Nieto será negociar con los grupos afines a su causa pero que son viejos cotos de poder reacios al cambio. Serán ellos, aseguran, los que definirán el calibre de las grandes reformas que necesita el país.
** Reformas sobre alfileres La reforma fiscal es de las primeras papas calientes que estarán sobre la mesa de negociación. Luis de la Calle considera que tiene que cubrir tres elementos: obligar a los estados y municipios a cobrar impuestos -como el predial- para incrementar los recursos públicos, contrarrestar la dependencia de las ñnanzas públicas en los ingresos petroleros y reducir el costo de la formalidad -por ejemplo, el hecho de establecer una empresa y dotar a sus empleados de seguridad social-.
Pero la escaramuza brotará cuando se discuta la generalización del iva y la exención de regímenes especiales. El primer punto es considerado por algunos sectores del PRI como "políticamente incorrecto", sobre todo el IVA en alimentos y medicinas, mientras que el segundo es uno de los privilegios de grupos corporativos, como agricultores y transportistas.
Entre los grupos que enseñarán los dientes destacan: la Confederación Nacional Campesina y la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga. El primer grupo, en tiempos de campaña electoral, anunció que apoyaría a Peña Nieto con "10 millones de votos". El segundo, a través de diversos foros, ha exigido al político priista dotar de seguridad a los transportistas. Ambos no bajarán los brazos si no hay un beneficio para su causa.
"Tarde o temprano deberá aceptarse que la reforma fiscal implicará un costo político", afirma Raúl Feliz, catedrático del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
La reforma energética también escenificará una lucha de poderes. Reyes Heroles opina que Pemex debería listarse en la Bolsa Mexicana de Valores para atraer capital, pero sobre todo para que cumpla con obligaciones que garanticen su solvencia económica. Pero las huestes del sindicato petrolero, otro bastión priista, no han dado su venia. "La paradoja de esta reforma es que pareciera ir en contra de la propia genética del PRI", asegura Miguel Pulido, director de Fundar, Centro de Análisis e Investigación.
El partido está dividido en esta materia. Si bien el sindicato petrolero ha manifestado su absoluto rechazo a la apertura de Pemex, uno de los colaboradores más cercanos a Peña Nieto se pronuncia por aprobar una reforma que suba a México a la tendencia global rumbo a la transición energética: es Francisco Rojas, ex director general de Pemex en tiempos de Carlos Salinas y quien ahora suena como posible titular de la Secretaría de la Función Pública.
Aquí una de las aristas más filosas es la participación del sector privado en la exploración en aguas profundas, pero el tema que, según los pronósticos, no será negociable es la competencia en la distribución y venta de energéticos, como la gasolina.
El triángulo se cerrará con la reforma laboral, una más que revolverá el alma de muchos políticos. Carlos de Buen, miembro del Bufete de Buen, dice que una buena reforma laboral necesita una buena reforma fiscal, ya que se requieren recursos para incrementar los salarios y así, la demanda interna.
Sin embargo, los líderes que forman valla en el ct, aunque se han manifestado a favor de incrementar el poder adquisitivo de los trabajadores, rechazan las fórmulas que flexibilicen las relaciones contractuales, como el outsourcing y la contratación de empleados sin seguridad social.
El CT aglutina el corporativismo sindical del PRI, pero entre sus principales soldados destacan cuatro: la Confederación de Trabajadores de México, presidida por Joaquín Gamboa Pascoe; la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, bajo el mando de Isaías González; la Confederación Regional Obrera Mexicana, encabezada por Rodolfo González Guzmán; y el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, dirigido por Víctor Flores.
¿Doblará las manos el corporativismo? "Una reforma a fondo implica perjudicar los intereses de grupos priístas que por décadas se han resistido a la flexibilización en las relaciones de trabajo", acusa Pardinas.
Bajo este panorama, se aproxima un choque de trenes y Verónica Baz lo sintetiza de la siguiente forma: Peña Nieto presume tener una visión moderna que puede llevar a México a otro estadio, pero ya está enfrentando a todos aquellos que vienen a cobrarle su apoyo y que quieren mantener el estado de las cosas.
En consecuencia, habrá un conflicto entre quienes pretenden preservar sus intereses y los que apuestan por un país diferente.
"El tema es si Peña Nieto se la va a querer jugar cambiando a México -asegura Baz- o si su objetivo será administrar el poder, para que el PRI lo retenga por años". [tc <-]
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